jueves, 22 de diciembre de 2011

Las fotos desde un avión

 
Desde la grúa que me prestaban en el Liceo no lograba concebir la totalidad de la obra. Averiguando por algún aeropuerto, descubrí que el aeródromo de Vimory quedaba muy cerca del Liceo. Llamé por teléfono y hablé con el director  del aeródromo. Fui para allá en un día nublado, el piloto me dijo que podría venir otro día. Al día siguiente hacía sol!  Uno de los pilotos me llevó en su avioneta por 15 minutos. El vuelo fue increíble, mirar todos esos cuadrados de cultivos gigantes y luego buscar ese pequeño gesto que había creado, confundiéndose con su entorno, lo encontré casi imperceptible y comprendí la diferencia de la escala, dependiendo del punto de vista. Entre todos esos grandes cuadrados de producción agrícola se encuentra una pequeña obra de arte que mide 20 metros de largo por 10 metros de ancho.
 

Fotos con los estudiantes

Estas fotografías tome con la colaboración de una clase de español del Liceo de Chesnoy. Quería ver la escala de la obra en relación a los estudiantes.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El crecimiento de las plantas



A pesar del invierno, los granos que sembré en la hija de la tierra están creciendo por todas partes. Sus manos se llenan de plantas de avena y sus pies de plantas de cebada, su vestido es el menos poblado, pero en sus ojos y bocas hay trigo. Los tejidos poco a poco desaparecen, convirtiéndose en un paisaje de montañas verdes. En este momento ella está rodeada de lodo que gracias a las lluvias constantes, llenan inevitablemente mis zapatos de lodo cuando me paseo a su alrededor.

La última sorpresa


Desde que llegué al Liceo de Chesnoy me había impresionado este árbol por la forma de sus grandes ramas. Me parece que este árbol tiene una gran personalidad y para evidenciar su rostro corté de los retazos de tela que me sobraron del vestido de la muñeca la forma de unos ojos, una nariz y una boca. Luego amarré sus dos caras al tronco, de esta manera es posible verle la cara alrededor.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Un mural de sombras



Con los pedazos de cartón que sobraron de una actividad de pintura que tuvimos con los estudiantes, compuse la forma de un árbol en la ventana del lugar donde se encuentran a menudo las personas del Liceo. A partir de este trabajo comencé a reflexionar sobre la ventana transparente en donde uno puede apreciar la obra de diferente manera desde afuera y adentro por la influencia de la luz y de las sombras que se proyectan. Luego expandí el dibujo por toda la ventana con una línea continua de pintura como si fuera un hilo que recorre todo el soporte. Lo más emocionante de este proyecto es que dependiendo de la luz algunos colores se revelan más que otros en diferentes horas del día. Me encantan las sombras proyectadas en el diseño en el interior de la habitación y en el patio exterior. La pintura vive mediante las diferentes percepciones de luz, producidas por la luz natural y artificial de afuera y de adentro. Me inspiré en los vitrales de algunas catedrales en donde la luz que atraviesa el color se traslada al interior de las iglesias. Esta pintura dialoga con su entorno en donde el interior y el exterior se mezcla a través de sus sombras. 




miércoles, 7 de diciembre de 2011

La hija de la tierra

La hija de la tierra es el nombre que le dí a mi obra de arte en la parcela agrícola del Liceo de Chesnoy. Se llama así porque esta obra de arte es mi hija, es una extensión de mi. Ella nace a través de la creación artística y vive a través del crecimiento de plantas originarias de las semillas.
Esta es una obra que se visualiza de diferentes perspectivas, para verla en su totalidad es necesario mirarla desde lo alto. Cuando uno la rodea desde la tierra se puede percibir partes de un cuerpo y si uno se acerca con el lente de una cámara, es como si su cuerpo de convirtiera en un gran paisaje.
 Su nombre enigmático pone en cuestionamiento su origen. La hija está hecha de tierra, su madre es la tierra, pero el significado de tierra tiene muchas connotaciones en diferentes culturas y lugares. En el Liceo agrícola de Chesnoy la tierra representa un bien de producción y de consumo, la agricultura es una actividad necesaria para la alimentación mundial. En cambio la tierra en las culturas indígenas es la pacha que quiere decir tierra, mundo y tiempo. En la cosmovisión andina existe el concepto de la pacha mama o la madre tierra, la tierra como una divinidad, un dios, un ser viviente. Es como si camináramos y construyéramos nuestras ciudades encima de un inmenso ser viviente. La tierra también tiene el significado de la propia identidad ligada al lugar donde uno nace. En el vocabulario cotidiano hablamos de venir de una tierra, de nacer en una tierra y de ser parte de la misma, de tener raíces. Lo cierto es que los seres humanos no somos árboles, sino que tenemos pies y alas para trasladarnos de un lugar a otro, de una tierra a la otra. La hija de la tierra nació en un terreno francés y ahora forma parte de este lugar y como un árbol, se quedará siempre en este lugar, morirá aquí y yo me iré, pero ella seguirá evolucionando sin mi. Y yo, mientras esté aquí formaré parte de este lugar porque uno es de donde está, uno es la tierra, la tierra son las personas que viven en un determinado sitio.

El relleno de las últimas piezas


En una mañana de neblina fuimos con una clase a visitar la obra en la parcela agrícola. Como habían sobrado algunas piezas tejidas, las utilicé para que los estudiantes las rellenaran de tierra y semillas; para que comprendieran a través de la experiencia, cómo realicé la instalación de la obra. Hay que llenar el balde de tierra con la pala, transportarlo hasta el lugar donde se quiere instalar la pieza, moldear la tierra dentro del saco, poner las semillas y luego cerrar el saco con hilo. Además hay que sentir las manos congelándose al coser las piezas en el frío del invierno.